Mi destino...
Nadando hacia tu luz salí del agua, oliendo tu perfume elegí la dirección, caminando descalzo y mojado me alivié, porque pensando en ti seco me quedé.
Y jugueteando con la esponjosa arena que calmaban mis pies la dulce llave de algodón que para mí dejaste encontré.
Tras el oscuro y frío portón que me detuvo, atónito, tras aquella afilada senda enzarzada adelante sin dudarlo seguí, porque de ti me acordé.
Es con dolor con lo que te avisan las heridas y es como se cierran con tu recuerdo.
Resbalé con la negra sangre que mis piernas sudaban de tanto caminar, entre erizos y escorpiones, por la inerte pendiente al abismo del final y, en lo mas hondo, donde los ojos no pueden ver, me encontré.
A tientas sólo horribles imágenes rozaban las encogidas yemas de mis dedos temblorosos de pudor, siendo tu mirada lo que la salida iluminó.
Son pasos en el incierto negro, la incertidumbre de volver a caer aún más profundo, donde nunca pueda jamás salir.
Mi mente quería llegar allí, aunque no supiera donde estaba ni por qué seguía sin descanso hacia cualquier indicio.
Lo que si sé es que justo después encontré aquello que hace que la locura tenga sentido, aquello que hace que la muerte sea una barrera que se salta por encima sin más, que la física sea ficción y que la ficción sea química, encontré lo que hizo que este viaje fuera posible, y que, sobretodo, merezca la pena, te encontré a ti.
by Nigromance
Nadando hacia tu luz salí del agua, oliendo tu perfume elegí la dirección, caminando descalzo y mojado me alivié, porque pensando en ti seco me quedé.
Y jugueteando con la esponjosa arena que calmaban mis pies la dulce llave de algodón que para mí dejaste encontré.
Tras el oscuro y frío portón que me detuvo, atónito, tras aquella afilada senda enzarzada adelante sin dudarlo seguí, porque de ti me acordé.
Es con dolor con lo que te avisan las heridas y es como se cierran con tu recuerdo.
Resbalé con la negra sangre que mis piernas sudaban de tanto caminar, entre erizos y escorpiones, por la inerte pendiente al abismo del final y, en lo mas hondo, donde los ojos no pueden ver, me encontré.
A tientas sólo horribles imágenes rozaban las encogidas yemas de mis dedos temblorosos de pudor, siendo tu mirada lo que la salida iluminó.
Son pasos en el incierto negro, la incertidumbre de volver a caer aún más profundo, donde nunca pueda jamás salir.
Mi mente quería llegar allí, aunque no supiera donde estaba ni por qué seguía sin descanso hacia cualquier indicio.
Lo que si sé es que justo después encontré aquello que hace que la locura tenga sentido, aquello que hace que la muerte sea una barrera que se salta por encima sin más, que la física sea ficción y que la ficción sea química, encontré lo que hizo que este viaje fuera posible, y que, sobretodo, merezca la pena, te encontré a ti.
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